“Atrapar la luz”
Esta exposición individual de Jero hará cambiar el modo de pensar a quienes atribuyen que su estupenda obra fotográfica se basa, fundamentalmente, en el uso de su impresionante cámara de placas de gran formato. Illa pallay, en efecto, es una muestra personal desarrollada totalmente a partir de la fotografía estenopeica, es decir, a través de su procedimiento primordial, el más accesible -pero no por ello el más sencillo- el más esencial, el más prístino, para obtener, fijada para siempre, una imagen del fugitivo mundo que habitamos.
Illa pallay, por su lado, afianzará la idea de quienes creen que parte del impacto de sus imágenes radica en que sale a buscarlas a donde quiera que estén, a solas, como su más ilustre predecesor y paisano, ya sea en medio del paisaje natural o urbano, frente a una laguna inmóvil o en medio de una comparsa de danzantes que ascienden en busca del hielo.
En verdad, le decimos a estos últimos que si bien tener la disposición de salir a perseguir una imagen es importante, y a los primeros, que también aporta mucho el internamiento en el disciplinario cuarto oscuro, el secreto radica -una vez más- en que aquel perseguidor tenga la mirada clarividente del artista.
En Illa pallay, el Sol -con mayúscula- es la presencia ineludible, omnipresente, generadora del mundo y, desde luego, de la imagen que nos hacemos del mundo. Ya sea como una cortina de luz o una lluvia de luz o, incluso, como una polvareda de luz que petrifica la realidad, en el campo o en el espacio urbano, el sol es una fuente de origen o destino. En estas imágenes sin tiempo, trabajadas a partir de un negativo de papel, el mundo -un riachuelo, las montañas, un lago, un bosquecillo o una calle- luce como recién creado, tan flamante que “brillamos por nuestra ausencia”, tan reciente que aún no ha recibido el color, o, por el contrario, con el halo circular monocromático que veremos instantes antes de morirnos.
Manuel Munive Maco